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Revolución de Chuquisaca, 25 de mayo de 1809

25 de Mayo de 2008, 03:13

La Revolución de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809 fue un levantamiento popular contra las autoridades de la Real Audiencia de Charcas en la ciudad de Chuquisaca actualmente conocida como Sucre. Es conocido en Bolivia como el Primer Grito Libertario de América, o la "Chispa de la liberación americana". El independentista Bernardo de Monteagudo la considera como el inicio de la Revolución del Río de la Plata.

Antecedentes
 
Antecedentes [editar]En 1808 Napoleón Bonaparte logró mediante las Abdicaciones de Bayona, la renuncia de Carlos IV al Reino de España e Indias en favor de Fernando VII y de este último en favor de los Bonaparte, quedando José Bonaparte como el nuevo rey de España y sus colonias. Esta crisis institucional y la consecuente invasión de España por el ejército napoleónico, propició la creación de juntas en la península, que desconocieron la autoridad dada a José Bonaparte, defendiendo los derechos de Fernando VII. En esas circunstancias en 1809, en Chuquisaca, y luego en muchas otras ciudades americanas bajo el dominio del Imperio Español, se detonó una crisis política a causa de la crisis institucional en la metrópoli y de las tensiones revolucionarias que venían madurando en las sociedades coloniales.


Goyeneche: entrevista en Chuquisaca
En 1808 José Manuel de Goyeneche, militar español, fue comisionado como representante plenipotenciario de la Junta Suprema Central de Sevilla para la proclamación del rey Fernando VII en el del Río de la Plata y en el Virreinato del Perú. Al pasar por Río de Janeiro camino a Buenos Aires, se entrevistó con la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII y reina regente de Portugal en el Brasil, con ambiciones de asumir los títulos de su hermano en tierras americanas. La reina Carlota le dio a Goyeneche cartas con sus pretensiones dirigidas a las autoridades coloniales que él iba a visitar. Goyeneche aceptó el encargo, sin comprometerse más que actuar de mensajero.

Tras pasar por Buenos Aires, cuando en los últimos días de 1808 Goyeneche llegó a Chuquisaca, sede de la Real Audiencia de Charcas, las noticias de su entrevista con Carlota de Brasil despertaron alarma en la población. A mediados del siglo XVIII la provincia de Chiquitos, en los llanos al oriente de Chuquisaca, había sido alcanzada por las incursiones de bandeirantes brasileños, quienes secuestraron para esclavizar a la población aborigen, recuerdo que despertó suspicacias en la población de la ciudad.

Las diligencias de Goyeneche fueron cortas, pues la Real Audiencia y su presidente Ramón García de León y Pizarro reconocieron la autoridad de la junta peninsular y las comunicaciones de la infanta Carlota no pasaron de meras formalidades que se despachan antes de que el plenipotenciario siguiera camino de Lima, en donde el virrey del Perú José Fernando de Abascal le otorgó el rango de brigadier y la presidencia provisoria de la Real Audiencia del Cuzco. En su estancia en Chuquisaca Goyeneche se entrevistó en varias ocasiones con García de León y Pizarro y con el arzobispo de Charcas Benito María Moxó y Francolí, ambos tenían previamente conflictos con los oidores de la Real Audiencia y con el cabildo eclesiástico respectivamente.

Eventos
 
El 25 de mayo de 1809 los oidores de la Audiencia de Charcas se hicieron eco de los rumores de conspiración carlotista y ordenaron el arresto del presidente García de León y Pizarro, éste al tomar conocimiento se adelantó y mandó prender a algunos de los oidores y miembros del cabildo de Chuquisaca, lo cuales se ocultaron y sólo pudo ser arrestado el fiscal Jaime de Zudáñez.

Encabezados por Bernardo de Monteagudo y otros seguidores de ideales republicanos, se realizaron protestas populares en las calles de Chuquisaca con el lema Muera el mal gobierno, viva el Rey Fernando VII!, fomentados por rumores de conspiración carlotista. Los estudiantes de la Universidad San Francisco Javier, descontentos también con el rector arzobispo Moxó y Francolí, se rebelaron, seguidos por el pueblo, pidiendo la liberación de Zudáñez y la renuncia de García de León y Pizarro. Como llamada al pueblo se tocó una de las campanas de la iglesia de San Francisco hasta rajarse. La campana ahora es llamada "La Campana de la Libertad" y se la toca cada 25 de mayo en honor a la "Chispa de la Liberación Americana".

El arzobispo Moxó y Francolí, acosado por una multitud y por pedido de miembros de la Audiencia inició gestiones ante García de León y Pizarro para que pusiera en libertad a Zudáñez. Al no tener respuesta, se presentó ante él una delegación compuesta por el subdelegado del Partido de Yamparáez, teniente coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales, el alcalde Paredes y el padre Polanco, solicitando el retiro de la artillería desplegada por el gobernador. García de León y Pizarro aceptó pero, una vez que entraron los delegados populares al palacio, sus oficiales leales rechazaron las exigencias y abrieron fuego sobre la multitud matando a algunos de ellos, el pueblo reaccionó apoderándose de la artillería y municiones, exigiendo la deposición y arresto del presidente. García de León y Pizarro dimitió y la Audiencia asumió el mando político y militar, nombrando a Álvarez de Arenales como comandante general y al decano de la Audiencia, José de la Iglesia como gobernador de Charcas. El presidente fue sometido a juicio por traición a la patria y la guarnición fue desarmada, pasando las armas al pueblo.[2]

Como el gobernador de Potosí, Francisco de Paula Sanz marchó con tropas sobre Chuquisaca en auxilio del presidente, Álvarez de Arenales organizó la defensa formando las milicias de Chuquisaca y Yamparáez con nueve compañías de infantería organizadas por los oficios de sus miembros: I Infantería (al mando de Joaquín Lemoyne), II Académicos (Manuel de Zudáñez), III Plateros (Juan Manuel Lemoyne), IV Tejedores (Pedro Carbajal), V Sastres (Toribio Salinas), VI Sombrereros (Manuel de Entre Ambas Aguas), VII Zapateros (Miguel Monteagudo), VIII Pintores (Diego Ruiz) y IX Varios gremios (Manuel Corcuera). Se formaron además tres partidas de caballería ligera al mando de Manuel de Sotomayor, Mariano Guzmán y Nicolás de Larrazabal, un cuerpo de artillería al mando de Jaime de Zudáñez y un batallón de pardos y morenos. La Audiencia de Charcas ordenó al Paula Sanz que retrocediera con sus tropas y éste obedeció. Enterado el virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, aprobó las acciones de la Audiencia.


Consecuencias
Hasta esos momentos, la revuelta de Chuquisaca no había sido independentista, sino que se intentó sostener los derechos de Fernando VII en contra de los carlotistas, pero un grupo de dirigentes de la revuelta llevaron adelante reuniones para aprovechar las circunstancias y buscar la independencia, entre ellos: Paredes, Mariano Michel, Alzérraca, José Manuel Mercado, Álvarez de Arenales, Lanza y Monteagudo. Desde Chuquisaca se enviaron emisarios a distintas ciudades, supuestamente para transmitir sus leales intenciones para con Fernando VII y con tareas encomendadas por la Audiencia, encubiertamente escogidos para fomentar los sentimientos independentistas entre los habitantes de otras ciudades. Monteagudo fue enviado a Potosí y Tupiza, Michel y Mercado fueron a La Paz, Alzérraca y Juan María Pulido fueron a Cochabamba, Joaquín Lemoine a Santa Cruz de la Sierra y Manuel Moreno a Buenos Aires.

Michel cumplió su cometido en La Paz, en donde permaneció un mes, logrando que los líderes independentistas locales depusieran el 16 de julio al gobernador intendente Tadeo Dávila y al obispo de La Paz, Remigio de la Santa y Ortega. Se formó allí una junta de gobierno independentista denominada Junta Tuitiva presidida por el coronel Pedro Domingo Murillo.

Mientras tanto, el intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz desconoció a la Audiencia de Charcas y a la Junta Tuitiva de La Paz, procedió a separar a los oficiales americanos del Batallón de Cívicos e hizo arrestar a varios simpatizantes de la Audiencia. Pidió ayuda al virrey del Perú José Fernando de Abascal y Sousa y también al cacique aymara de Chayanta, Martín Herrera Chairari, famoso por su crueldad, pero Manuel Asencio Padilla con guerrilleros reclutados en Tomina y Chayanta, atacó a Chairari impidiendo que abasteciera con víveres y forraje a las tropas de Paula Sanz. Chairari fue degollado por aymaras que aprovecharon las circunstancias para liberarse de su yugo.[3]

El presidente interino de la Real Audiencia del Cuzco, brigadier José Manuel de Goyeneche, por instrucción del virrey Abascal, ofreció al virrey del Río de la Plata Baltasar Hidalgo de Cisneros sus fuerzas militares para actuar sobre los sublevados de La Paz y de Charcas. Cisneros aceptó el 21 de setiembre pidiendo que se coordinara con el general Vicente Nieto quien había sido nombrado presidente de la Audiencia de Charcas y viajaba desde Buenos Aires al mando de un contingente de casi un millar de soldados junto al subinspector general Bernardo Lecocq y al coronel Córdoba. Las tropas partieron de Buenos Aires el 4 de octubre de 1809, incorporando algunos soldados en Salta. Participaban soldados veteranos de Dragones, infantería y artillería, una compañía de marina y tropas milicianas de Patricios, Arribeños, Andaluces, Montañeses y Artilleros de la Unión. El 14 de diciembre llegaron a Potosí, a donde la Real Audiencia de Charcas envió una diputación avisando la liberación de García de León Pizarro y su sometimiento. Las tropas entraron pacíficamente en Chuquisaca el 24 de diciembre de 1809. Nieto hizo arrestar a los oidores de la Audiencia y a muchos de sus partidarios, entre ellos: Juan A. Fernández, Lemoine y Álvarez de Arenales, siendo remitidos a los calabozos del Callao. Zudáñez y Monteagudo huyeron de Chuquisaca, la Real Audiencia fue restablecida y las compañías fueron disueltas, pero el antiguo orden no volvería a ser el mismo.

El 25 de mayo de 1810 una revolución en Buenos Aires, desencadenó una serie de sucesos que desembocaron en la independencia de las repúblicas de America del Sur.

Controversia
Este evento es considerado por la tradición historiográfica como el primero de los eventos autonómicos que desembocaron luego en los movimientos independistas en la América Hispana. Sin embargo, en la historiografía reciente ha surgido una corriente revisionista que llama a este evento una revolución monárquica por sus expresiones de lealtad al monarca. Afirman que se trató de una revuelta que enfrentó a Fernandistas y Carlotistas en un contexto alejado de intenciones independentistas, criticando su actual condición de fiesta cívica patriótica. Se la pone en contraste con la revolución del 16 de julio en La Paz, bajo la dirección de Pedro Domingo Murillo, que fue una revolución abiertamente independentista. Señalan a la Junta Tuitiva que se formó en La Paz como el primer gobierno libre de América del Sur y origen de la independencia hispanoamericana.

Más allá de la postura revisionista, el líder independentista Bernardo de Monteagudo la consideraba, ya en 1812, como el inicio de la Revolución del Río de la Plata al escribir Ensayo sobre la Revolución del Río de la Plata desde el 25 de Mayo de 1809, en el periódico Mártir o Libre, en el tercer aniversario de la revolución.

 

 

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