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La Primera Gesta Libertaria

Primera gesta  libertaria  (25 de mayo de 1809)

La situación en España

La invasión de la península por las tropas de Napoleón  fue el acontecimiento que señalo el destino  de las colonias de América. Capturados Carlos IV  y su hijo el príncipe heredero  Fernando  VII, Napoleón puso en su lugar  a su propio hermano  José, proclamándolo rey de España. En Sevilla se formo  una junta para gobernar  el país mientras duraba el exilio de los borbones, y este  quedo dividido entre “Carolinos, Fernandinos  y hasta bonapartistas”. Todo el sistema español se basaba en la fidelidad al monarca. Se vio sacudido hasta los cimientos, y de esta circunstancia   se aprovecharon los americanos para proclamar su mayoría de edad y su derecho a la independencia.

Precursores de la revolución

En este movimiento los universitarios de charcas que provenían de diversas partes del continente, Buenos Aires, Cuzco, Asunción, etc. , tuvieron un papel como propagandistas  de los ¨derechos del hombre¨  que habían proclamado la revolución francesa (1789) , de los ideales republicanos de Norteamérica. Ellos, en sus reuniones en los claustros de san francisco Xavier y de la academia carolina, habían puesto ya hace tiempo en tela de juicio, la legitimidad del gobierno colonial y la necesidad de  que los pueblos del continente eligieran sus formas de gobierno y administraran sus asuntos , de acuerdo a sus propios intereses. Estas discusiones las mantenían, naturalmente en privado por temor a la delación y organizaban clubes a los   que invitaban solamente a quienes compartían sus ideas.

Estos inquietos espíritus no eran otros que ciertos letrados salidos de la universidad de san francisco Xavier de Chuquisaca. Unos allí mismo y otros fuera de allí, a la vez en un extremo y en otro virreinato de buenos aires y o  la paz, guardaban la coyuntura propicia de la emancipación hispano americana.

La idea revolucionaria surgió desde la plata, desde que se tuvo conocimiento  de que había desaparecido  de dinastía legítima en el trono de España e indias. “las colonias no pertenecen a la nación española, sino al rey, a titulo feudal. Así lo que proclaman las leyes  de indias. La sumisión y vasallaje no son a  España, sino a la persona de el rey, prisionero este las provincias de América  deben velar por su  seguridad y sus propios destinos”. Tal era el fundamento jurídico que los doctores de charcas habían ideado par cimentar la propaganda revolucionaria desde 1808, fundamento que servía para dar forma legal a los antiguos anhelos de independencia y para que el pueblo fuera capas de comprenderlos.

Misión de  Goyeneche

En estas circunstancias llego a América un criollo peruano José Manuel  de Goyeneche, enviado oficialmente por la “junta de Sevilla” para reclamar la adhesión de las autoridades americanas, pero al mismo tiempo trajo otras dos credenciales: una, de las autoridades francesas  que ocupaban  en España y otra  como enviado de la princesa Carlota Joaquina  esposa de el príncipe portugués que gobernaba Brasil. Ella pretendía que se le entregasen las colonias españolas  mientras  durase el cautiverio en Francia de su hermano Fernando VII.

CLIMA DE TENCION

Los sucesos acaecidos en Europa se proyectaron hasta Chuquisaca que se mostraba consternada  por la suerte de el rey Fernando VII y por las divergencias entre el presidente dela audiencia, Ramón García León y Pizarro, y el arzobispo moxo y Francolí, de un lado, y los oidores y doctores de el otro.  Esta tirantez fue agravada con la llegada de Goyeneche, quien solicito la reunión de los oidores para  explicar al función que lea había otorgado la “junta de Sevilla”. Los miembros de la audiencia desconocieron las pretensiones de la princesa Carlota. Esta actitud disgusto  grandemente al brigadier que llego al extremo de injuriar a don Antonio Boeto, regente de la audiencia.

la oposición de los oidores al presidente de la audiencia  se hizo mas tenaz, porque descubrieron su apoyo a las aspiraciones de la princesa Carlota, en el sentido de apoderarse de las colonias españolas en sud América, y por haber ofrecido a Goyeneche las fuerzas armadas para poder proceder  contra los oidores.

al transcurrir los días de mayo, se hizo manifiesta la hostilidad de los miembros de la audiencia de el presidente García León y Pizarro que había instruido un sumario secreto contra ellos y contra varios vecinos notables  de la ciudad, acusándolos  de agitadores. La inquietud de la población iba en aumento, se hicieron circular rumores para desacreditar a García Pizarro y al arzobispo Moxo, acusándolos de estar dispuestos a entregar los dominios de España a Portugal, siendo por tanto traidores a la causa de Fernando VII”

EL  25 DE MAYO DE 1809

  A la voz de “quieren entregarnos a los portugueses” la agitación llego al colmo. Pizarro se vio obligado  a tomar algunas medidas, entre ellas detener a dos cabecillas de la plebe, los hermanos  Zudáñez. Se hablaba también  de que tenía la intención  de prender  a los oidores. a las  siete de la noche de el jueves 25  de mayo de 1809 los soldados  llevaban preso al abogado Jaime Zudáñez . Durante el recorrido de la cárcel lanzo invocaciones al pueblo  para que se movilizara en defensa de su persona. Sus gritos parecieron el santo y seña que esperaban los revolucionarios.

Los hermanos Joaquín y Juan Manuel  Lemoine  ganaron la torre de la iglesia de San Francisco  y echaron al vuelo las campanas convocando  al pueblo a luchar por la libertad.

De portales y bocacalles  surgieron sonoros vítores al rey ¡viva Fernando VII! y ¡muera el mal gobierno! eran las expresiones que encubrían los fines últimos del movimiento revolucionario.

 Ante la amenaza del populacho, García Pizarro, dispuso la libertad del doctor Jaime Zudáñez, pensando en aplacar los ánimos, pero el tumulto paso a exigir la renuncia del presidente de la audiencia.

“la excitación era general en toda la ciudad. Gente de ambos sexos y de todas las edades convergían hacia la plaza….Michel, Monteagudo, los dos Zudáñez, los dos Lemoine, Toro, Miranda, Silvilat, Paredes, Amaite, Cuellar,  la noche desembocase en algo más que un alboroto  intrascendente.

El pueblo chuquisaqueño se movía como un oleaje arrastrado por  diferentes corrientes. Actuaba, principalmente, por su propio impulso, en romántica defensa de Fernando VII, el joven rey de quien se había dicho que era la personificación de todas las virtudes, que estaba desterrado de su patria por decisión de  un déspota, a quien el presidente Pizarro y el  Arzobispo, abusando de que estaba cautivo, querían hacerle perder su trono, sus dominios y sus vasallos entregándolos a Portugal y al Brasil. Lo habían incitado con estos infundios los oidores, algunos elementos de la universidad y ahora lo empujaban a expresar  con gritos y amenazas  su repudio a ese presidente  porque era un traidor.  Lo movían elementos criollos de La clase intelectual, doctores en leyes, Estudiantes de la academia Carolina y comerciantes antiespañoles, para que expresase sus ansias de libertad…..”

Anoticiados los revolucionarios d que en el local de l cabildo se encontraban los cañones,  los sacaron de allí, cargándolos con piedras porque carecían de proyectiles,  y las mujeres rasgando sus vestidos los daban para que sirvieran de taco a los improvisados proyectiles.

Al amanecer del 26 los guardias del septuagenario presidente se rindieron y este fue depuesto de su cargo y conducido preso al local de la universidad. Al entrar  en su prisión pronuncio las celebres palabras “con un Pizarro comenzó la  dominación española, y con un Pizarro comienza hoy la independencia”.

La audiencia  se hizo cargo del gobierno. Como dice un testigo presencial de los sucesos, “los mismos oidores, españoles y realistas, todos, cayeron en el lazo de los Zudáñez y se hicieron patriotas sin saberlo”.

 Lo que quiere decir es que la revolución estaba preparada y que estalo el grito de “viva Fernando VII”, que era la única de hacerla viable. El propio subdelegado de yamparaez, Alvares  de Arenales, también español, tomo el mando de milicias organizadas en la plata para mantener el orden y sostener la  revolución.

Ante el levantamiento de Chuquisaca el gobernador intendente de potosí, don Francisco de Paula  Sanz, al mando de un  destacamento, marcho sobre la sede  de la audiencia, “dispuesto a dar buena cuenta  de los insurrectos” pero, cuando se acercaba a Chuquisaca, una comisión  de los oidores  convenció al gobernador para que actuara con cautela al fin de no alterar la calma en el vecindario y evitar el sacrificio de vidas inocentes, por otro lado le hicieron saber que la vida de Pizarro corría peligro si sus  tropas actuaban con violencia. Los argumentos de los doctores de charcas convencieron a Paula Sanz, que retorno a potosí sin haber conseguido reponer a Pizarro sus funciones.

 

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